AUTOTRANSPORTE: EL DOLOR DE CABEZA DE LA INDUSTRIA Y COMERCIO EN MÉXICO
El Autotransporte en México tiene un estigma. Se le considera un recurso caro, problemático (basta ver la escasez de operadores que aqueja a la industria desde hace varios años), incluso su ambiente se le tilda de peligroso, además, desde el punto de vista de desarrollo profesional pareciera que una vez que entras, es complicado salirse. Por otro lado, aunque requiere tiempo y recursos hacerlo, un análisis de causa raíz nos puede mostrar que el transporte puede representar hasta un 60-65% del costo total de distribución de un negocio y puede provocar problemas de entregas en tiempo y forma, disminuyendo el nivel de servicio hacia los clientes ya sean internos o externos. Con este perfil tan poco atractivo, no es sorpresa que se hable mucho del problema, pero haya pocos esfuerzos y soluciones para cambiarlo. La pregunta que viene a la mente es, ¿Cómo transformar este perfil del transporte y aspirar a volverlo una ventaja competitiva?
Dependiendo del perfil del sector y la empresa, el autotransporte cuenta con distintos niveles de tercerización. Lo que es cierto, es que quien tenga la responsabilidad de dirigir un negocio, debería entender cuáles son los elementos clave en los cuales debe enfocar su organización (o su proveedor si es el caso) para asegurar que el autotransporte tenga una operación controlada y sea potencial fuente de ventaja competitiva. El no hacerlo o desestimar la importancia que tiene el desarrollar una estrategia al respecto, implica que este recurso será una restricción o constante y fuente de dolores de cabeza para el crecimiento y rentabilidad de la empresa.
¿Cuál es el camino a seguir? Hay un primer paso y es el desarrollar la capacidad organizacional de optimización continua de los recursos disponibles. Para hacer más eficiente el uso de cada unidad, es necesario entender los distintos factores que afectan su rendimiento y asegurar el uso del recurso (tipo de unidad) adecuado para cada tipo de trayecto. Los vehículos menos eficientes deben tomar los recorridos más cortos y problemáticos; y los más eficientes, las tareas más largas y estables. Por otro lado, de existir una mezcla de flota propia y tercerizada, los recursos de estos últimos deben ser asignados a los trayectos de menor relación costo beneficio y mantener los recursos más caros (los de terceros) para las asignaciones más complicadas. El balance de todo lo anterior se traduce en optimizaciones, para mantenerse, debe hacerse en forma continua y se deben gestionar las desviaciones en tiempo real. Suena simple, pero hacerlo implica un reto enorme. Para comenzar a entender se necesitarán datos, hay 2 pasos cruciales para habilitarlos:
1. Obtener y actualizar datos mediante una agenda de transformación digital
Optimizar el autotransporte implica establecer procesos de planeación y programación de un set muy numeroso de recursos. En primera instancia, es necesario establecer una agenda de trabajo que permita el registro y administración de datos maestros en forma confiable: inventario de unidades, productividades, costos fijos, costos variables, programa y ejecución de mantenimiento, rutas con su kilometraje y tiempos de traslado actualizados, ubicación real de las unidades, ventanas de atención para carga y descarga, restricciones, etc. Todo lo anterior implicar una alta complejidad debido a lo vasto de las funciones y sistemas de información que pueden estar involucrados. Es necesario no visualizar esfuerzos aislados, sino proyectarlo como un cambio radical en la forma en que la organización maneja los datos e información.
2. Dar visibilidad de datos de manera integral
Un error en los equipos que dirigen el autotransporte, es no visualizar la importancia de medir y gestionar el cumplimientos de cada una de las etapas del ciclo, no solo el trayecto con mercancía o producto final. Los tiempos de las etapas de carga, repartos, trayectos en vacío y tiempos administrativos o muertos (la lista puede ser tan larga como compleja sea la operación) nos brindan una visibilidad total del ciclo, aportando información suficiente para obtener un diagnóstico certero y poder determinar las causas raíz de ineficiencias en nuestro ciclo de transporte y de los eslabones con los que interactúa en la cadena de suministro. Tener una lectura integral a nivel unidad, permite entender dónde y cuáles son las restricciones que se enfrentan en la operación y por ende permite accionar soluciones en cualquier función involucrada en el problema.
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